Comunicar y actuar en una sociedad de desconfianzas

Por Yamira Dennisse Figueroa Hinostroza (*)

 

«Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función

de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro,

la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo»  

James Baldwin

 

Sumilla: Afrontamos cambios vertiginosos que nos mantienen en un estado de incertidumbre constante. En este entorno, las organizaciones y los individuos, van cambiando de paradigmas y entendiendo (con más o menos intensidad) la necesidad de interactuar para dar forma a un sistema más equitativo y justo que sostenga la democracia. Sin embargo, lo que para algunos podría representar una oportunidad, para otros representa una amenaza. En un mundo donde las percepciones son diversas y cada vez más atomizadas, lo único cierto es que no podemos fiarnos de nadie y ponemos a prueba los valores que constituyen nuestra esencia y el de las organizaciones. Frente a los hechos, se requiere una reflexión profunda, que nos permita hacer un análisis interno y externo sobre la realidad que somos todos. ¿Cómo puede colaborar la comunicación a este proceso? Considero que mucho.

 

Acciones éticas y trasparentes para estabilizar la democracia 

El Latinobarometro es el órgano encargado de medir la percepción de los ciudadanos de Latinoamérica sobre las instituciones nacionales y multinacionales. El último informe, particularmente llamativo, nos invita a algunas reflexiones necesarias de hacer por la clase política, empresarial y académica.

 

La comunicación, transversal a toda organización y a la vida humana, en sí misma, no puede estar ajena a este proceso, la revolución digital, no solo a traído rapidez e inmediatez en la información sino también y, sobre todo, una carga ingente de información al estilo Magaly Medina, “sin confirmar” y de calidad “basura”, lo que en el ámbito académico se ha llegado a definir como infoxicación.

 

Individuos infoxicados y altamente emocionales, probablemente tengan menos capacidad de discernir, lo que, sumado a otros factores estructurales como la pobreza, la desigualdad y la corrupción, nos lleva a otro fenómeno social alarmante: la era de la post-verdad.

La misma que ha dado el sillón presidencial a Donald Trump, la misma que tiene a la Unión Europea fragmentada, la misma que retoma discursos nacionalistas y populistas y que pone en tela de juicio la democracia.

 

Pero ¿por qué resulta, particularmente importante el último Informe del Latinobarometro?, porque pone en cifras la crisis del sistema y sus instituciones, pero, sobre todo, desmitifica la relación desarrollo económico, igual desarrollo social.

 

En la última encuesta realizada por PwC (2016) para la Reunión Anual del Foro Económico Mundial, el 44% de los CEO, [reconocía que la globalización no había] servido para reducir las desigualdades, ni para tener unos sistemas fiscales más justos, ni para mejorar la lucha contra el cambio climático (El País, 2017). El circulo de reunión más poderoso, empezaba a aceptar sus deficiencias.

 

Para el Latinobarometro (2016) “es la corrupción, la violencia, la inclusión, el acceso, la desigualdad que no logran controlarse y superarse, los motivos del declive o estancamiento de la democracia, los ciudadanos ya no aceptan lo que era aceptable hace diez años atrás”. Ambos resultados nos acercan a la insatisfacción y desconfianza ciudadana.

 

Hoy, los ciudadanos, tienen los canales para hacer sentir su insatisfacción y formar grupos que simpaticen con sus malestares. “Gracias a las nuevas plataformas digitales y los nuevos canales de comunicación podemos comprobar si la comunicación está funcionando, si ese tipo de contenidos [acciones corporativas e institucionales] es lo que el público reclama, y que intereses tiene nuestra audiencia” (Doncel, 2016: 43). Debemos empezar a escuchar, pero sobre todo, incorporarnos a los nuevos espacios de interacción.

 

Es necesario que las instituciones públicas vean una oportunidad, más que una amenaza en este fenómeno, abrir espacios de diálogo con la ciudadanía para acercarse a ella, generar confianza, credibilidad y, por último, legitimidad, permitirá sobrellevar el cambio y la incertidumbre en unidad.

 

Sin embargo, la gestión de la comunicación no es suficiente, “el factor moral es decisivo en la innovación. Es decir, que los cambios y las transformaciones tienen que ver con una aspiración de carácter ético” (Llorenca & Cuenca, 2017: 15). Tal vez el reconocimiento de las “fallas” de la globalización y la inestabilidad del sistema, nos obliguen a replantarnos la ética como medio de subsistencia.

 

Si queremos hablar en términos numéricos al respecto, una de las causas por las que “la democracia tiene dificultades en lograr un apoyo, es que solo el 22% de la población Latinoamérica piensa que se gobierna para la mayoría” (Latinobarometro, 2016). Los escándalos de corrupción, la inacción y complicidad entre los órganos de poder público-privadas, es cada día más evidente, a través de las redes sociales.

 

Pero, no es posible esconder por mucho tiempo “prácticas inadecuadas”, “lo que han certificado las redes sociales e internet es que claramente hay un solo camino, […] la transparencia (Doncel, 2016: 74) y la ética en nuestras formas de pensar y hacer.

 

Esto significaría pensar en una “nueva política [fundamentada] en un renovado esquema de valores cuyo común denominador se contendría en la palabra colaboración […] servir con fidelidad a unas sociedades que han aportado actitudes colectivas que reclaman su protagonismo mediante la exigencia de políticas eficaces, ética, transparentes y que amparen al mayor número posible de legítimos intereses” (Llorenca & Cuenca, 2017: 23).  En una palabra, se exige “acción”.

 

Acciones responsables, “[que no generen] relatos, sino [procuren] posiciones realizables. Las narraciones ficcionales contemporáneos, vehiculizados [por] la publicidad y las relaciones públicas, no son suficientes para sostener un futuro social sustentable y compatible con unas relaciones saludables entre empresa, organismos, personas y biosfera” (Carrillo, Castillo, Fernández y Parada [coord.], 2016: 97). Al contrario, la comunicación, debe articular a los protagonistas para un diálogo y entendimiento en pro de nuestra sostenibilidad.

 

En términos de reputación [credibilidad y legitimidad], diría Doncel (2016), lo más importante es la acción. La comunicación llega después como consecuencia de lo primero. Pero, es capaz de generar e incentivar el diálogo y los espacios para que esta se produzca.

 

Ejercer nuestra ciudadanía con responsabilidad, reflexiva y crítica 

Sin embargo, al igual que las organizaciones, los individuos, también se enfrentan a un proceso que exigen un mayor esfuerzo. La revolución digital, que les permitió expresar libremente sus pareceres sumado a los procesos convulsivos del desarrollo capitalista, ha generado un cambio en los marcos de referencia de los individuos.

 

Para Olive y Alloza (2009) el consumismo había traído consigo un vacío de marcos de referencia, un entorno nihilista donde era mucho más difícil definir los valores que construyen las identidades. La pérdida de confianza en los partidos políticos, en las empresas y las instituciones públicas, desencadenaron la frustración de todas las promesas incumplidas de la globalización.

 

Los nuevos espacios digitales, no solo les permitían, entonces, tener información rápida sino también imprecisa con la que podían expresar sus insatisfacciones frente al sistema y abrir espacios atomizados, donde podían reforzar sus creencias y retroalimentarlas sin discrepancias. 

 

Conocido como el fenómeno de la ubiquidad de la información para Vives, “está teniendo un efecto, posiblemente involuntario, sobre la visión global. Hay información, sobre todo, de todas las tendencias, para todos los gustos. Pero la gente consulta fuentes de información que le dicen lo que está de acuerdo con sus creencias, se pierde el interés por ampliar la visión, por escuchar opiniones diferentes a la suya para formarse una opinión más educada”, que resulta de provecho para imponer pensamientos autoritarios y radicales.

 

Individuos sumidos en el consumo y artos de un sistema injusto y desigual, son más receptivos a mensajes emotivos y engañosos, no estarán dispuestos a contrastar, sino rechazar todo mensaje que vaya en contra de sus pareceres y tomar el que más se asemeje a sus creencias. 

 

Al respecto, el Latinobarometro (2016) evidencia el desmantelamiento de la importancia de los canales informales de comunicación. No sorprende la caída de los medios tradicionales, pero resulta sorprendente que “Internet no solo revoluciona la manera como se informa la ciudadanía, sino que moderniza su comportamiento desmantelando lentamente un rasgo tan tradicional de sus sociedades como es la credibilidad entre quienes tienen el contacto directo con la piel del otro, la familia, los amigos y los compañeros de trabajo” (Latinobarometro, 2016: 44). Internet, revoluciona nuestras relaciones y marcos de referencia. 

 

Este fenómeno, tal vez puede aclarar el panorama de porque ha decaído en 3 puntos el apoyo a la democracia en América Latina (54%) y subido la misma cifra el índice de indiferencia (23%). El 23% de individuos de Latinoamérica, vacila entre el apoyo a la democracia y el autoritarismo, moviéndose de una zona a otra, de acuerdo a sus intereses. 

 

Se relaciona, lee, escucha y comparte aquello que reafirma sus creencias, sus intereses. Un 23% que podemos atraer a la democracia o perderlos en posiciones autoritarias y radicales. Al respecto, es importante mencionar a los “demócratas insatisfechos, ciudadanos que apoyan la democracia pero que no están satisfechos con su funcionamiento” (Latinobarometro, 2016: 19), es decir, no están satisfechos de sus políticos, ni de las políticas que implementan. 

 

Para superar estos problemas, es necesaria la capacidad crítica más que emotiva de los hechos; sin embargo, el Latinobarometro (2016) señala en su último informe, que la capacidad crítica es un capital que se ejerce con debilidad y se relaciona con el nivel de educación, además de ocultarse en el anonimato de la protesta, donde es posible superar los miedos y expresar la crítica que no detenta un castigo individual.

 

Si bien es cierto, las expresiones masivas de insatisfacción son necesarias, no es suficiente. Urge, canalizar la protesta en grupos organizados capaces de reflexionar y criticar con argumentos y lineamientos claros, además de abrir espacios de diálogo en el que se involucre a la ciudadanía. El autoritarismo cultural y político, alojado, todavía en la mente de los individuos, nos vuelve vulnerables a mensajes que en la era de la postverdad pueden manipularse.

 

Sin embargo, “la ciudadanía no solo demanda derechos, sino que está cada día más dispuesta a cumplir las leyes, pero al mismo tiempo exige resultados” (Latinobarometro, 2016: 31), como dirían Olive y Alloza (2009), “hoy en día ya no queremos que nos engañen. Nos motiva más lo auténtico que lo ideal”. Y lo auténtico será reconocer los errores del pasado para hacer del presente una oportunidad para el futuro. 

 

Esto exige, altas “cuotas de transparencia, buen gobierno y ejemplaridad de la Administración pública. Hay salida, siempre que quien tiene la opción de cambiar lo haga efectivamente […] el sistema necesita agentes determinantes que se comporten de manera humilde y acepten bajar un escalón en el imaginario global […]” (Carrillo et al., 2016: 98). Una tarea nada fácil, pero no imposible, si queremos garantizar nuestra existencia. 

 

(*) Egresada de la Escuela de Formación Profesional de Comunicación social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y estudios de Máster en Comunicación Corporativa e Institucional (MCCI) en la Escuela Internacional de Comunicación y Reputación (EIC) adscrita a la Universidad Rey Juan Carlos (RJC, España).

 

REFERENCIA:

CARRILLO Victoria y otros (Coordinación) 

2015 “La gestión de intangibles para la excelencia empresarial. Nuevas oportunidades para la comunicación y sus profesionales”. España: Foro para el conocimiento y la Investigación de la Comunicación.

 

CORPORACIÓN LATINOBAROMETRO

2016 “Informe Latinobarómetro 2016”, Santiago de Chile. Consulta: <http://www.latinobarometro.org/latNewsShow.jsp>

 

DONCEL MARTÍN, Israel. 

2016 “Comunicación Corporativa en la era de la globalización”. España: Universidad Internacional de la Rioja, S.A. 

 

GONZALES, Alicia 

2017 “Las empresas admiten en Davos que la globalización no ha reducido la desigualdad”. El País. Suiza, 23 de enero. Consultado: <http://www.elpais.com.uy/economia/noticias/ceo-mundo-ven-mas-amenazas.html>

 

LLORENTE & CUENCA

2017 “Reputación y valor añadido”. España: d+i desarrollando ideas. 

 

OLIVER, Xavier y Ángel ALLOZA. 

2009 “Atrapados por el consumo”. España: LID Editorial Empresarial.  

 

VIVES, Antonio

2017 “Populismo, nacionalismo, confianza y responsabilidad de la empresa (1ª Parte)”. En Ágora. Inteligencia colectiva para la sostenibilidad. Consulta: <http://www.agorarsc.org/populismo-nacionalismo-confianza-y-responsabilidad-de-la-empresa-1a-parte/>

 

Contenido > Revista Communicare Año 02 / Nro. 05 (Enero - Marzo, 2017)