Enfoque: Interculturalidad

 

Por Cynthya Ayala Aybar

Boletín Communicare Año 02/No. 07

 

Al igual que Bolivia y Guatemala, el Perú es el tercer país con mayor población indígena de América Latina y uno de los países más diversos culturalmente si se consideran a otros grupos culturales como los afroperuanos o los descendientes de inmigrantes europeos y asiáticos.

 

En una segunda parte del artículo se abordó la importancia de la Interculturalidad y se definió como competencia personal y profesional. En esta tercera parte se abordará la Interculturalidad como propuesta política.

 

Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la interculturalidad está basada en el diálogo “(...) donde ambas partes se escuchan, donde ambas partes se dicen y cada una toma lo que puede ser tomado de la otra, o sencillamente respeta sus particularidades e individualidades. No se trata de imponer, de avasallar, sino de concertar...”, citado por la Dirección General de Planeación y Desarrollo en Salud de México (2010).

 

“No se trata de imponer, de avasallar, sino de concertar...”, por lo tanto, se necesitan políticas públicas a nivel nacional y regional –para el tema de educación, salud, etc. – que permita gestionar la diversidad cultural en el marco de los Derechos Humanos.

 

La Interculturalidad como una propuesta política está orientada a la construcción de una sociedad intercultural, respetuoso de la plena vigencia de la dignidad humana y derecho a la libre determinación de los pueblos; es decir, la Interculturalidad es un fin y un medio para contrarrestar las relaciones de poder, discriminación, exclusión, etc. en el ámbito social, económico, político y cultural, tanto a nivel regional como a nivel del país.

 

Enfoque Intercultural

Para El Programa de Buen Gobierno y Reforma del Estado (2013) de la Cooperación Alemana para el Desarrollo, el enfoque Intercultural es una herramienta de gestión que permite analizar las relaciones entre los grupos culturales que cohabitan en un mismo espacio, desde dos dimensiones “a) Distribución del poder en la toma de decisiones sobre sus propias prioridades de desarrollo y control de sus vidas, b) El nivel de reconocimiento de sus diferencias culturales, sin que ello sea motivo de exclusión o discriminación”.

 

Ello significa, identificar las relaciones simétricas de poder entre culturas para la toma de decisiones y de reconocimiento recíproco, para fortalecer entre ellas procesos de intercambio y de desarrollo con identidad, e identificar las relaciones asimétricas de poder entre culturas, donde no se reconoce el valor de la cultura diferente o se da un falso reconocimiento, para transformarlas.

 

Al respecto, se propone encontrar alternativas de transformación social, “identificar las causas en los sistemas políticos, sociales y económicos que explican las situaciones de exclusión o discriminación de determinados grupos culturales o ponen barreras en su participación para la toma de decisiones sobre sus vidas o en el acceso a los recursos [e] identificar las concepciones jerárquicas entre las culturas, asociadas a esas causas que justifican y permiten que se mantengan” (Programa de Buen Gobierno y Reforma del Estado, 2013).

 

Sin embargo, estos estudios no deben terminar en frondosos documentos y su interesada presentación pública, sino servir como insumo e información para la toma de decisiones y aplicación sistemática y metodológica para la incorporación del enfoque Intercultural en el diseño, implementación y evaluación participativa de los programas y proyectos de desarrollo.

 

El reconocimiento y la adecuada gestión de la diversidad cultural, en el marco de los Derechos Humanos y el respeto de la libre determinación de los pueblos, permitiría mejores resultados en la implementación de las políticas públicas y la sostenibilidad de los proyectos de desarrollo humano conducentes al bienestar social.

 

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